Pasó el primer mes de la pandemia, y yo me puse a stalkear el mundo, me metí a todas las clases de IG TV de todos los chefs que admiraba y veía lejanos. De pronto a distancia, estaba tratando de absorber todo como una esponja de todas las panaderías del mundo que abrieron sus cocinas para compartir, sin querer, con ayuda de esos chefs yo me estaba replanteando el menú de Panitier, de su menú de apertura en marzo sólo sobreviven hasta estos días 3 platillos, el resto fue creado a partir de lo que esas clases inspiraron o de técnicas que aprendí en ellas, tomé esa oportunidad para sentir que renovaba mi visión del menú (si, dos días de prueba después yo quería un menú completamente nuevo y eso me sigue pasando casi cada semana) no importa si fuiste a la mejor escuela de gastronomía o a la mas chiquita, importa que jamás dejes de aprender y que jamás pierdas la humildad de escuchar y recibir conocimiento, aunque creas que ya sepas hacer algo.
Con toda la industria volcándose en hacer deliveries, una crisis de embalaje estaba afectando al sector, hagan de cuenta como lo que pasó con el papel de baño pero con el embalaje, y de pronto veía que las cajas que habíamos comprado para Pani, que ni si quiera eran rosas como las que hoy conocen, se habían agotado, y le dije a señor socio “nuestras cajas están agotadas, las únicas que pueden conseguir son estas rosas”, la verdad es que jamás nos planteamos que fueran rosas, y en ese momento ni fecha de retorno teníamos, pero a veces uno debe seguir sus corazonadas, y la corazonada tuvo sentido en el momento en que las vimos con nuestro logotipo puesto en ellas: eran perfectas y hermosas, se sentían bien para nosotros y es que cuando se trata de tu marca lo que se siente bien es lo que va, de otra manera no podrás hacer que nadie se identifique con ello.
Hoy por hoy la caja rosita se convirtió en un signature de nuestra marca y aunque hay cajas de otros colores para los pedidos especiales o para la temporada navideña nada va a igualar lo que mis clientes sienten al salir con la caja rosa.
Con las personas en casa, las apps de delivery de comida tuvieron un gran boom, y cualquier lugar tuvo casi como requisito al menos contar con un servicio de entrega a domicilio. Nosotros no nos veíamos formando parte de una app de comida porque para entonces yo ya tenía muy plantado en mi cabeza que a nuestro regreso el menú se iba a cambiar todos los días, además habíamos escuchado de las terribles comisiones y tampoco teníamos planeado contratar un repartidor, así que pensamos en cuál podría ser la mejor manera de acercarnos a las personas a la distancia y de paso anotamos todo lo que no nos había gustado de experiencias de compra y delivery que habíamos tenido durante nuestra cuarentena.
Sin temor a perder nada (porque igual para el caso ya no teniamos nada) desempolvamos la vieja tienda en línea que habíamos hecho para cuando Pani era una dark kitchen, algunos de nuestros actuales clientes vienen de ese entonces y compraron por ese medio roscas de reyes o algo para su cena de navidad, cumplia con todo lo que buscábamos, la infraestructura ya estaba, podíamos cobrar ahí y era perfecto para los millenials que como yo odian la incomodidad de llamar a un lugar y hacer un pedido (ese cringe de hablar con alguien dio lugar a la página originalmente). Cuando abrimos en marzo pensamos que al igual que cuando eramos dark kitchen la íbamos a usar solo para las temporadas especiales de navidad, rosca de reyes, o 10 de mayo, pero dadas las circunstancias quisimos intentar usarla “pal’ diario” la actualizamos y dijimos “pues hay que dar la opción a ver si alguien por ahi quisiera comprar pan en línea” *inserte cara de esperar el choque de un gran camión contra una pared*.
Llegó un 10 de agosto, y con el cubrebocas bien ensayado, una vitrina de vidrio para cobrar, huellas en el piso, macetas muy monas tapando el paso a la barra de comensales pero sin que sintieras que te estábamos corriendo, y gel antibacterial, re-abrimos, ya ni hicimos tanto alboroto, porque pues si nos iba a dar penita volver a cerrar a los dos días. Solo tuvimos una venta en la tienda, EL RESTO SE VENDIÓ EN LINEA! no podíamos creerlo, la tienda en línea nos dió un sold out ese día y el resto de nuestra primera semana, y así se empezó a correr la voz de que podías comprar pancito de manera virtual y segura, y mientras escribo esto, el corazón se me salta de emoción de recordar ese momento de ver como nuestros clientes nos estaban recibiendo en nuestro modelo híbrido y que podría dar paso a consolidar nuestro modelo de negocio.
La página en la que estás leyendo esto es nuestra tercer versión de tienda en línea, conforme fueron pasando los meses la demanda nos exigía ajustar cosas, customizar otras, y crecer la tienda virtual.
Hoy Pani no podría existir sin su tienda virtual, pero tampoco sin sus cajas rosas, y sin las sorpresas de la vitrina del día siguiente publicada cada noche donde mis clientes por curiosidad, antojo o ya como parte de su rutina se meten noche a noche a stalkearnos, antojarse y comprar.
Panitier es lo que es hoy gracias a lo que la pandemia nos dió, sin duda nuestras condiciones que nos permitieron tener tranquilidad para crear, pensar soluciones y maneras de adaptarnos (gracias señor socio por eso) hicieron la diferencia, pero también lo hicieron el hambre por reinventarse, la terquedad de re-abrir, el amor por el pan, la aferración a un sueño, la confianza entre el señor socio y yo, y la ilusión por conocerlos a ustedes, porque todo eso nos hizo buscar una solución a cada obstáculo, y ahora entendemos que justo como sucedió ha sido perfecto.
Emprender es la cosa más incómoda y genial que he hecho en mi vida, imaginar tu proyecto es emocionante, pero abrazar y sacar lo mejor de cada obstáculo es lo que lo hace real.